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jueves, 12 de junio de 2014

Julieta Serrano




JULIETA SERRANO

     Julieta Serrano Romero (Barcelona, 21 de enero de 1933), proviene de  una familia de actores y comenzó en teatro de aficionados. De ahí que en su adolescencia, en 1950, entró a formar parte de la Compañía teatral de José Tamayo Rivas.
A lo largo de  su prolífica carrera ha compaginado su trabajo en el cine con el teatro y la televisión. Destacan en su obra teatral montajes Medida por medida (1955), La Orestiada (1959), La casa de Bernarda Alba (1964), Un mes en el campo (1964), Romeo y Jeannette (1966), Los bajos fondos(1968), El rey Lear,  etc., manteniéndose siempre presente en el escenario hasta el día de hoy, pues Julieta está inmersa en la representación teatral de El malentendido donde comparte protagonismo con Cayetana Guillén Cuervo
Para la pequeña pantalla ha protagonizado varias series, entre las cuales se cuentan Tres eran tres (1973), con Emma Cohen y Amparo Soler Leal, Cervantes (1981) o Herederos (2008-2009).
En cuanto al cine, Julieta Serrano ha aparecido bajo la dirección de distintos directores como Pedro Almodóvar.

Ana Belén



                  ANA BELÉN

     Ana Belén, o Pilar Cuesta, se crio en el seno de una familia humilde del barrio de Lavapiés. Estudió en el colegio de las Damas Apostólicas; allí tuvo su primera salida a escena para actuar en un cuento que se titulaba El enanito saltarín..
En 1964 ya era conocida en las emisoras de radio como una nueva niña prodigio, con el nombre de Mari Pili Cuesta, lo que le llevó a estrenarse en el cine con Zampo y yo, a los 13 años, de la productora Epoca Films, que le otorgó el nombre artístico de Ana Belén.
A los quince años interpretó su primera obra, Numancia, de Cervantes, en 1966 en el Teatro Español, dirigida por Narros, con quien comenzó a estudiar en el TEM. La obra representada fue Numancia, de Cervantes. Después vendrían El Rey Lear, Las mujeres sabias, etc.
Ana Belén trabajó en la compañía del Teatro Español durante gran parte de su juventud, guiada por Berta Riaza y Julieta Serrano, las dos actrices a quienes su madre la había dejado a cargo. Con ellas había coincidido en El rey Lear, en 1967.
     En 1971 durante la gira de la obra Sabor a conoce al cantautor asturiano Víctor Manuel, con quien coincidiría en Aunque la hormona se vista de seda de Vicente Escrivá. En esa película, por la que recibió una mención especial en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, iniciaron su relación sentimental.
     En 1972 consigue su primer Fotogramas de Plata por votación de los lectores en la categoría de mejor actriz televisiva por Las mocedades del Cid.

En 1973 retomó su carrera como cantante después del fracaso de Zampo y yo,     publicando discos de escasa repercusión, pero que contenían canciones con un claro contenido político y social. En esa época Ana y su marido comenzaron a tomar posiciones políticas de forma pública hacia la izquierda política progresista española. Esto les llevó a permanecer seis meses de exilio en 1974, habiendo representado en México Ravos, dirigida por Miguel Narros, con la que les acusaron de quemar una bandera de España.
     En 1975 Ana Belén participó en la primera huelga de actores en reclamación a un día de descanso en los teatros. Al terminar la huelga, junto con Víctor Manuel, entró a formar parte del Partido Comunista de España, y militaron en él de forma clandestina durante varios años. Pasados los años, Ana Belén y Víctor Manuel han continuado comprometiéndose políticamente, pero no han vuelto a pertenecer a ningún colectivo político.
     En 1979 se compromete con algunos compañeros de profesión en la creación del TEC (Teatro Estable Castellano) y participa en el primer montaje de este: Tío Vania de Chéjov, dirigido por William Layton. Con esta obra recibe el Fotogramas de Plata por votación de los lectores a la mejor actriz teatral en reconocimiento como miembro del TEC.
    Ana Belén ha sabido compatibilizar desde sus comienzos cine, música, teatro y televisión. En 1995 fue galardonada con la medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España en honor a su trayectoria como actriz de cine.
     En 2003 colabora en la plataforma cultural contra la Guerra de Irak llegando a entrar en el Congreso de los Diputados con camisetas de protesta mientras el por entonces Presidente del Gobierno José María Aznar, comparecía en el hemiciclo.
     El 12 de julio de 2007 se estrenó en la inauguración de la LIII edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida la tragedia griega Fedra, bajo la dirección de José Carlos Plaza. La obra, batió récords con más de 22.000 espectadores, lo que la convierte en la segunda obra con más público en la historia del festival.
     En junio de 2007 se le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Arte.

Berta Riaza



BERTA RIAZA

Berta Riaza Gómez, (Madrid, 27 de junio de 1927) es un actriz española que desarrolló una sobresaliente carrera teatral y televisiva, entre los años 1947 y 2003.
Su carrera artística, dedicada principalmente al teatro, se inicia a finales de la década de 1940, ingresando como meritoria en la Compañía del Teatro María Guerrero. Berta debuta sobre el escenario con Historia de una casa.
Durante cinco años permanece en la Compañía, trabajando a las órdenes de Luis Escobar, Humberto Pérez de la Ossa y Alfredo Marqueríe, estrenando Alberto (1949), y En la ardienet oscuridad (1951), entre otras obras.
Berta Riaza formó parte de las compañías de Antonio Vico y Carmen Carbonell, la Compañía Lope de Vega, y llegando al Teatro Español, donde tiene ocasión de interpretar el Tenorio, de Zorrilla en 1959.
Berta participa en varias ocasiones en el Festival de Teatro Clásico de Mérida con obras como La orestidada,  Edipo Rey,  La Numancia, o Retablo jovial (1967).
En las décadas de los setenta y ochenta compagina sus actuaciones en el Centro Dramático Nacional, el Teatro de la Comedia y el Festival de Teatro Clásico de Mérida, pudiendo destacar Las tres hermanas (1973), de Anton Chejov, Las bicicletas son para el verano (1982), o Todos eran mis hijos (1988).
En 1997 tras medio siglo en el teatro, estrenó El avaro, de Molière, junto a Rafael Álvarez "El Brujo". 
Su actividad teatral se mantuvo intensamente hasta que en 2004 se retira de los escenarios, siendo considerada una actriz de referencia en el medio teatral.
Sus actuaciones en la gran pantalla, sin embargo, han sido muy esporádicas desde que debutara en 1959, a las órdenes de José Luis Sáenz de Heredia en la película Diez fusiles esperan. En 1983 rueda Entre tinieblas , de Pedro Almodóvar, dando vida a la Madre General. Su última incursión cinematográfica se remonta a 2000, con el cortometraje El Puzzle, de Belén Macías.
Sin embargo, se ha prodigado con profusión en televisión, especialmente en los espacios dramáticos, interpretando decenas de personajes en las adaptaciones de teatro para la pequeña pantalla realizadas por TVE sobre todo en los años sesenta y setenta. En 1980 interviene, además, en la adaptación de Fortunata y Jacinta a cargo de Mario Camus.
     Berta Riaza logró el Premio Nacional de Teatro en 1992, el Premio de la Unión de Actores a la mejor actriz secundaria de teatro en 1995, el Premio a Toda una vida en el 97 y la Medalla de Oro al  Mérito en las Bellas Artes, en 2007.

Sonoridad Amarilla. Kandinsky


MARÍA GUTIÉRREZ SIMÓN
Sonoridad amarilla.


     (El vacío silencioso de un espacio negro dura diez segundos. No hay sombras ni matices en esta oscuridad vacía y sin aliento.
     Uno a uno, los trescientos integrantes del CORO, negras ropas y negros los globos oculares. Presencias latentes y sin sombra, que llenan el espacio de energías contrapuestas. Frente a ellos, un NIÑO aparece, cargado de colores. Se agacha y se deja observar por la negrura, distraído. Sin mediar palabra, desde las cuclillas, el NIÑO comienza a girar rápido sobre sus pies, levantando con su movimiento una ola de humo azul brillante, mientras los colores que le aplastaban se desprenden de una piel blanca y brillante, cegadora, que ocultaban. Grita. El CORO rompe filas, cogen los colores desprendidos del NIÑO, y vuelven la espalda, rodeándole, devolviendo el silencio negro al tiempo que, arrolladora, una colina verde vibrante nace, impidiéndoles el movimiento tras ellos.)

CORO A. – (En un LA mantenido y chirriante.) ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
CORO B. – (Rompiendo lo continuo del CORO A, en un único sonido de SÍ.) - ¡No!
CORO A. – (Con fuerza, alternando LA y LA BEMOL, mientras rompen el cuerpo con brutales gestos.) ¡Ah! ¡Sí! ¡Ah!

     (El NIÑO sale corriendo. Se hace el silencio, en él, reina verde la colina.
     Tras diez respirados segundos de silencio, el CORO, A y B, vuelve a su lucha tonal, bajo, casi en un susurro, agitando en sus manos los colores robados. Poco a poco comienzan a angustiar su lucha sin desplazamiento. La sombra de los CINCO GIGANTES aparece en la negrura del suelo, haciéndoles callar.
     Una flor, sobre la colina, anuncia la llegada de la luz, que comienza a ensuciar el negro y a teñir de roña los ánimos del CORO, que en quince segundos han fundido su negrura en un gris apagado, sucio, que hace brillar la flor, amarilla y limpia, contrastando sobre la colina.)

GIGANTE 1º. – (En un susurro cargado de aliento, que hace moverse la flor.) Shrrru…
GIGANTE 2º. – (Suave.) Uaaa…

     (GIGANTE 3, GIGANET 4º y GIGANTE 5º comienzan a caminar, sin rumbo, dejando palpitar el aire a su paso, haciendo bailar la flor.)

VOZ DE SERES. – (Desde un lugar del vacío.) Las flores lo cubren todo, lo cubren todo, lo cubren todo.

     (Súbitamente, el gris que fue CORO atrapa en colores los gruesos tobillos de los CINCO GIGANTES, que estallan en ligeras motas brillantes.
     Los SERES atraviesan corriendo el espacio.)

SERES. – (Creciendo en ritmo y en fuerza.) ¡Cierra los ojos! ¡Cierra los ojos!
     (Un golpe en lo alto de la colina los paraliza. Se miran. Se alejan, se separan.)

SER 1º. – Cubrid de inocencia…
SER 2º. – (Girando compulsivamente por el espacio.)¡Cierra los ojos!
SER 3º. – (Agudo.) …la concepción.
SER 4º. – (Despacio, moviéndose con peso de un lado a otro.)¡Abre los ojos!
SER 5º. – (Contenido.) Miramos. Miramos.
SER 6º. – Delante. (En un grito.)Delante. Miramos.
SERES. – (Cada uno en su estado, empapado por la energía distinta de mil colores.) Miramos. Miramos. Miramos.

     (Continúan su frenético latir hasta dejar que la violencia los agarre con fuerza, los lleve y los taiga sin control, dejándoles estallar en un rojo sangre  que lo impregna todo.
     DOS SERES VAGOS surgen del suelo, miran a su alrededor, asienten. La flor se mueve libre. Se miran. Se van.
     El chirrido de unas cadenas empapa el silencio inevitable. TRES SERES CON MALLA ríen atravesando el lugar, agitando las cadenas que arrastran.
     Los trescientos del CORO resurgen en la ladera de la colina. S mueven, se giran. Aúllan y gruñen. Las cadenas frenéticas.
     Silencio.
     Una risa a lo lejos. La flor amarilla se quiebra como un cristal contra el suelo. Silencio.
     Se va el CORO. Se van las cadenas. Corre el NIÑO, de un lado a otro. Desaparece el rojo sangre.
    La nada. Oscuridad y silencio.)

martes, 10 de junio de 2014

Sonoridad amarilla: Reescritura


Luz azul cielo. Vapor marrón claro, bajo. Luz estable, equilibrada. Al fondo, una superficie gris y curva, muy grande, se insinúa.

De repente, oscuridad. Un sonido de interferencia eléctrica. Silencio.

Luz violeta. Diez cilindros rojos, inmóviles, repartidos sin ningún orden concreto sobre el vapor marrón claro. Pausa.

Se oye un timbal lejano. Luego, otro. Otro. Se empieza a crear un ritmo caótico de percusión, creciendo en intensidad. A medida que esto ocurre, la luz violeta se va tornando en azul oscuro. Con la sinfonía cacofónica como acompañamiento, la superficie gris y curva empieza a ascender del fondo de la escena. Los cilindros tiemblan, al principio casi imperceptiblemente, luego con más fuerza.

A los timbales se les unen notas disonantes de trompeta. La superficie curva y gris ha ascendido hasta descubrir que se trata de un paraguas gigante, completamente gris, repleto de tubos fluorescentes. Los cilindros tiemblan al no-ritmo de la música, y empiezan a desplazarse por el espacio erráticamente, con convulsiones.

La música se convierte en una versión extremadamente lenta y desafinada del vals de La Bella Durmiente de Tchaikovsky, orquestada sólo con timbales y trompetas. El gran paraguas gris se mueve al son del vals, y sus fluorescentes se apagan y se encienden. Muchos están fundidos. Los cilindros bailan ahora, poco a poco, torpemente en círculos bajo el paraguas. Todos los colores se van transformando lentamente en variantes de un mismo gris. Los cilindros repiten un mantra con fuerza:

CILINDROS.- Nunca más, nunca más, nunca más...

De repente, el gran paraguas gris se desploma sobre los cilindros, aplastándolos a todos menos a uno. Oscuridad. La música sigue.

En la oscuridad, se ven chispas amarillas y rojas, con sonidos eléctricos. La música se va disolviendo poco a poco en acordes cada vez más graves.

Luz gris, apagada. El paraguas está caído sobre nueve de los cilindros, todo sumido en vapor gris. El décimo cilindro está de pie, a un lado. Ahora es violeta. Pausa. Oscuro.

domingo, 8 de junio de 2014

Fernando Arrabal en los Encuentros con Lo Sutil de Conde Duque




(Miércoles, 23 de Octubre de 2013) 

Dramaturgo, cineasta, poeta, contertuliano provocador… La inabarcable figura de Fernando Arrabal volvió a encandilar al público que llenó anoche la sala del Conde Duque (Madrid) a las 20:30 horas de la noche, para poder disfrutar de una conferencia -enmarcada dentro del ciclo Encuentros con lo Sutil- que acabó convirtiéndose en una confesión. La de un artita total que nos recordó que formó parte junto con su amigo Alejandro Jodorowsky de los surrealistas franceses, que vivió intensamente sus zascandileos con la Patafísica y el grupo Pánico, y enlazando pasado y presente aprovechó para hablar de su próximo estreno en el Teatro Español, con la obra Dalí Versus Picasso, que esperemos sirva como homenaje a uno de los creadores fundamentales de la escena española de la segunda mitad del siglo XX, vergonzosamente olvidado en nuestro país. 

Fernando Arrabal se comportó como un niño de ochenta y dos años de verborrea incontinente, que hilvanaba anécdotas íntimas de los grandes genios con unos chascarrillos que mantendrían el interés hasta de los espectadores del polígrafo de la verdad de Telecinco.  Unas confidencias divertidas e increíbles, de quien han convivido con  un Pablo Picasso con su sexo al sol por su problemas de piaprismo o un Dalí explicándole cómo acabó con un calentón en un baile, sus reverencias al matemático fractal Humbolt, la humildad del premio Nobel Samuel Beckett cortejado por la mecenas Peggy Guggenheim o las singularidades de don Luis Buñuel… 

Hubo un momento en el que recordó que en la famosa lista anual de Times, con las cien personas más influyentes del mundo, nunca figuran poetas, ni dramaturgos, ni siquiera escritores, pero que estos siguen insuflando vida al mundo desde lo subterráneo, en sus catacumbas. Para luego acabar gritando: ¡No existe la Vanguardia!
Emocionado, no pudo contener el llanto cuando, al final del encuentro, y tras una breve batería de preguntas, pareció encontrar el sentido de la existencia: “Hemos venido al mundo para decir palabras de amor (pausa), de ciencias (nueva pausa) …y de poesía”. Y rompió a llorar frente a la ovación del público asistente que pasó de lo sutil, anunciado en el programa, a lo sublime. 

                                            Créditos iniciales de Viva la muerte (1971)

María Asquerino





(Madrid, 1925 - íbid. 2013)

Hija de los también actores Mariano Asquerino y Eloísa Muro, debutó siendo una niña en el Teatro de la Comedia y ya en 1941 en la gran pantalla con la película Porque te vi llorar, de Juan de Orduña.
Estaba considerada como una de las grandes intérpretes teatrales, medio en el que obtuvo notables éxitos con obras como Eloísa está debajo de un almendro (1940), El chico de los Winslow (1958), Esta noche es la víspera (1958), El rey ha muerto (1960), La bella malmaridada (1962), Sola en la oscuridad (1967), El sueño de la razón (1970), Anillos para una dama (1973), Motín de brujas (1980), La gaviota (1981), Farsa y licencia de la Reina Castiza (1986), Hipólito (1995), Algún día trabajaremos juntas (1997) o Roberto Zucco (2005).

Aunque obtuvo un extraordinario triunfo personal en el cine con su interpretación en la película Surcos (José Antonio Nieves Conde, 1951), ha sido más importante su carrera en la escena. No obstante, trabajó con Antonio Fernández-Román en El sol en el espejo (1963), con Luis Buñuel en Ese oscuro objeto del deseo (1977) y la dirigió Fernando Fernán Gómez en algunas destacadas producciones españolas como Mambrú se fue a la guerra (1986), El mar y el tiempo (1989) y Fuera de juego (1991).
Posteriormente, intervino en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (Agustín Díaz Yanes, 1995), Muertos de risa (Alex de la Iglesia, 1999) , La comunidad (Alex de la Iglesia, 2000) y Tiovivo c. 1950 (José Luis Garci, 2004).

En 1987 publicó un libro de Memorias. En 2009, coincidiendo con el estreno de la película Pagafantas (Borja Cobeaga), anuncia su retirada de la profesión. Ha sido galardonada con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Falleció en 2013, víctima de una afección pulmonar. Su funeral lo organizó AISGE, debido a que no tenía familiares directos que reclamasen su cuerpo.