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miércoles, 20 de noviembre de 2013

LO NUNCA EVIDENTE

ESCENA 1

(Una casa normal de clase media que podrías encontrar en cualquier parte de Madrid.
Aparece en escena Alicia limpiando su cuarto de estar y César mientras tanto ve la tele)

CÉSAR: ¿Sabes una cosa?
ALICIA: (Ausente) Dime
CÉSAR: Te quiero
ALICIA: Y yo a ti
CÉSAR: Estoy preocupado
ALICIA: ¿Qué ocurre?
CÉSAR: No lo sé, la verdad es que esperaba que tú me lo dijeses
ALICIA: ¿Yo? ¿decirte el qué?
CÉSAR: Alicia, por favor sea lo que sea quiero que me lo digas 
ALICIA: No es nada César, solo llevo unos días más cansada de lo normal, ya sabes cosas de mujeres. Tenemos meses buenos y meses malos. Creo que también es porque me acuerdo mucho de mi madre. 
CÉSAR: Bueno cielo ya sabes que me tienes aquí para desahogarte. A mí también me gusta cuidar de ti aunque sea en estas cosas. Bueno...por lo menos me dejas más tranquilo. La verdad pensaba que te pasaba algo conmigo...
ALICIA: (Cortándole) Pues claro que no tonto
CÉSAR: Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, perdona que sea tan pesado
ALICIA: No me importa, dímelo las veces que te haga falta
CÉSAR: ¿Y a ti qué te hace falta?
ALICIA: Solo que tú seas feliz
CÉSAR: Eres un encanto
ALICIA: (Pícara) Lo sé
CÉSAR: Alicia, estás preciosa esta noche. ¿Sabes lo que te haría ahora mismo?
ALICIA:  (Con algo de desánimo) Puedo hacerme una idea                    
CÉSAR: Anda hazlo para mí esta noche
ALICIA: Está bien, no hace falta que insistas
(Alicia se mete en el cuarto, se pone un vestido ajustado negro y con unos guantes a juego que le llegan hasta los codos y le empieza a cantar a César el amado mío con el tono más sensual que puede sacar)

ESCENA 2

(Suena el timbre en la casa y es María, amiga de Alicia. Las dos van a sentarse a la cocina mientras toman café)
ALICIA: Buenas María, ¿qué tal te va?
MARÍA: Pues hija, aquí como siempre y ¿tú qué tal estás? Bueno mujer, hazme pasar de una vez que me tienes pasando frío en la puerta
ALICIA: jajajajjaa es verdad. Bueno… todo bien
MARÍA: Vaya mañanita guapa, esto es un no parar. Para que luego digan que nos quejamos de vicio, pero si no tengo ni un momento libre ni para tomarme un café tranquilamente contigo. Me tengo que ir en una hora a lo sumo porque tengo que hacer muchas cosas ¡No paro!
ALICIA: Sí, la verdad es que trabajas mucho
MARÍA: Bueno tú tampoco te quedas atrás guapa
ALICIA: Ufff!!
MARÍA: ¿Qué pasa?
ALICIA: (Ausente) Nada, que yo también estoy muy cansada y un poquito agobiada con tanto andar con la casa para arriba y para abajo 
MARÍA: Mujer, pues ponte a cantar la cucaracha mientras haces los quehaceres de la casa, a mí estas cancioncillas populares siempre me ayudan. Hay que tomárselo todo con humor.
ALICIA: (Irónica) Jajajajaja qué graciosa eres
MARÍA: Pero bueno, no me has respondido todavía, ¿qué es lo que ocurre?
ALICIA:  (Como en una explosión) ¿Yo quiero a César verdad?
MARÍA: Pues claro mujer
ALICIA: Y además sabes que haría cualquier cosa por él, ¿no es así?
MARÍA: Obvio, de hecho te lo debe todo
ALICIA: Pues no sé qué me pasa María pero de repente las cosas no funcionan dentro de mí como debiesen. Sé que me quiere y que está super complacido de que yo le cuide pero aún así las cosas empiezan a no cuadrarme como antes… empiezo como a necesitar el mundo que hay ahí fuera y eso me asusta y me revuelve a la vez. Creo que me falta el aire...
MARÍA: Tranquilízate mujer que te va a dar algo. Tal vez deberías salir algo más... bueno imagino que no te dejará casi tiempo. De todos modos ya sabes que su situación no tiene que ser nada fácil para él. César es un luchador y todo el mundo lo admira.
ALICIA: Otra igual, ¿es que nadie piensa nunca en mí? Si yo lo comprendo, lo que no puedo comprender es que nadie me comprenda nunca a mí. Yo soy la que tengo que cuidar de ese hombre las veinticuatro horas del día por culpa de la maldita discapacidad, la que le limpia el culo, le da de comer...
MARÍA: Nunca lo había visto así... como siempre te he visto tan contenta...
ALICIA: Pues de repente no me sale. La verdad es que desde que está así parece un hombre distinto. Ya sé que parece el mismo pero no es así. No puedo evitar sentir... casi repelús, antes no me importaba pero ahora todo me empieza a pesar... (Suspira) Ahora...
MARÍA: Ahora…. ¿qué?
ALICIA: Mira no sé ni lo que te iba a decir, lo único que te puedo confesar es que necesito salir de esta casa, quiero respirar y vivir y poder soñar tranquila. Además estoy  hasta las narices de que la gente me alabe a todas horas por mi labor. ¡Hipócritas! les gritaría a los cuatro vientos. Siempre que le empiezo a hablar a alguien sobre mi frustración y sobre mis aspiraciones, todos parecen ignorarlo como si mi única función en la vida fuese cuidarlo a él. ¡Harta me oyes! 

(Se echa a llorar antes la mirada atónita de María)


ESCENA 3

(Alicia le da de cenar a César en su comedor mientras éste está viendo la tele)

CÉSAR: Cielo
ALICIA: Dime
CÉSAR: Hoy me he aprendido esa canción que cantábamos tú y yo cuando vivíamos en Granada e íbamos hasta el culo de granadina, ¿quieres que te la cante?
ALICIA: Haz lo que quieras
CÉSAR: (Comienza a cantar la canción de Granada)
ALICIA: Muy bien, ahora a terminar de cenar
CÉSAR: Te estoy muy agradecido de que a pesar de todo… bueno ya sabes… que a pesar de esto me sigas queriendo y me trates tan bien aunque yo a veces sea un zote
ALICIA: No hay de qué
CÉSAR: Te quiero
ALICIA: (Pensativa) Y yo a ti aunque debo irme
CÉSAR: ¿Cómo?
ALICIA:  Tengo que irme
CÉSAR: No comprendo...
ALICIA: Yo tampoco lo comprendo.

(María se levanta ante su marido que no sabe qué decir y sale por la puerta)







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