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domingo, 8 de junio de 2014

Fernando Arrabal en los Encuentros con Lo Sutil de Conde Duque




(Miércoles, 23 de Octubre de 2013) 

Dramaturgo, cineasta, poeta, contertuliano provocador… La inabarcable figura de Fernando Arrabal volvió a encandilar al público que llenó anoche la sala del Conde Duque (Madrid) a las 20:30 horas de la noche, para poder disfrutar de una conferencia -enmarcada dentro del ciclo Encuentros con lo Sutil- que acabó convirtiéndose en una confesión. La de un artita total que nos recordó que formó parte junto con su amigo Alejandro Jodorowsky de los surrealistas franceses, que vivió intensamente sus zascandileos con la Patafísica y el grupo Pánico, y enlazando pasado y presente aprovechó para hablar de su próximo estreno en el Teatro Español, con la obra Dalí Versus Picasso, que esperemos sirva como homenaje a uno de los creadores fundamentales de la escena española de la segunda mitad del siglo XX, vergonzosamente olvidado en nuestro país. 

Fernando Arrabal se comportó como un niño de ochenta y dos años de verborrea incontinente, que hilvanaba anécdotas íntimas de los grandes genios con unos chascarrillos que mantendrían el interés hasta de los espectadores del polígrafo de la verdad de Telecinco.  Unas confidencias divertidas e increíbles, de quien han convivido con  un Pablo Picasso con su sexo al sol por su problemas de piaprismo o un Dalí explicándole cómo acabó con un calentón en un baile, sus reverencias al matemático fractal Humbolt, la humildad del premio Nobel Samuel Beckett cortejado por la mecenas Peggy Guggenheim o las singularidades de don Luis Buñuel… 

Hubo un momento en el que recordó que en la famosa lista anual de Times, con las cien personas más influyentes del mundo, nunca figuran poetas, ni dramaturgos, ni siquiera escritores, pero que estos siguen insuflando vida al mundo desde lo subterráneo, en sus catacumbas. Para luego acabar gritando: ¡No existe la Vanguardia!
Emocionado, no pudo contener el llanto cuando, al final del encuentro, y tras una breve batería de preguntas, pareció encontrar el sentido de la existencia: “Hemos venido al mundo para decir palabras de amor (pausa), de ciencias (nueva pausa) …y de poesía”. Y rompió a llorar frente a la ovación del público asistente que pasó de lo sutil, anunciado en el programa, a lo sublime. 

                                            Créditos iniciales de Viva la muerte (1971)

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