Un callejón sin
salida desierto y lleno de basura. Sólo la luz de una farola cenicienta ilumina
de sombras el lugar. En la lejanía se oyen sirenas. Jesús, de unos
cuarenta años, moreno y con barba, está tendido sobre un montón de basura,
bebiendo continuamente de una litrona. Lleva puesto un asqueroso disfraz de
Papá Noel que le queda demasiado grande. A un lado, una bolsa de deporte.
Jesús: (Desafinando.)
¡Veeeeeeeeeeeeinticinco de diciembre! (En
vez de cantar el “Fun, fun, fun”, lanza tres escupitajos de cerveza al ritmo.
Tras unas risas, sigue desafinando.) ¡Feliz Navidad, feliz Navidad,
próspero año y felicidaaaaaaad! (A la
bolsa.) ¡Feliz Navidad a ti también, amigo! (Da un trago de la litrona.) ¿Sabes que hoy en día todo el mundo
opina algo sobre la Navidad? (Interpretando
de forma diferente cada “personaje”, con tonos de voz y posturas radicalmente
distintos. Un hippy.) “Qué terrible, la Navidad otra vez.” (Un ama de casa.) “Cariño, ya es
noviembre, a ver si vamos pensando en los regalos de los niños, que se nos echa
el tiempo encima.” (Un hipster.) “Y
las comidas con la familia, no hay nada más pasado que eso.” (Una snob de clase media.) “¿Y la
cantidad de dinero que te tienes que gastar? Todo para llegar a la cuesta de
enero con unos cuantos kilos más, hacerte el propósito de adelgazar, gastarte
más dinero aún en apuntarte a un gimnasio al que tardas dos semanas en dejar de
ir, y vuelta a empezar.” (Una punky
colocada.) “¿Y las multinacionales?” (Un
cateto de provincias, pidiendo que lo orienten.) “¿Y el Corte Inglés?” (Una marica loca.) “¿Y María Carey? (Gradualmente, vuelve a su tono de voz y su
postura) Lo de María Carey sí que es un crimen, vamos a tener una
conversación de media hora sobre una puta mierda que me suda la polla, claro
que sí.” (Bebe un gran trago.) No, la
puta María Carey tiene dos pares de cojones. Hasta el culo de pasta y lo único
que hace es salir cada doce meses y cantar (Desafinando.)
“Ooooooool ai güan for crismaaaaaaaas is (Dando
un agudo horrible e imposible.) YUUUUU”. ¡Y más pasta “pa” la saca! (Bebe otra vez.) Esa zorra me puede
comer el forro de los cojones. A mí me encanta la Navidad. Se me suben a la
polla los regalos, los niños, las comidas, el gimnasio, las multinacionales, el
Corte Inglés y la puta María Carey, y por eso me encanta la Navidad. ¿Qué
problema hay? (Pausa. Como nadie
contesta, coge la bolsa de deporte y empieza a hablarle.) Mira, yo nací el
veinticuatro de diciembre por la tarde. A las siete y treinta y nueve,
exactamente, estaba mi madre echándome por su santo coño. Y digo madre porque
era una reinona de tres pares de cojones. Y digo santo porque, que Dios la
bendiga, fue a parirme el mismo veinticuatro de diciembre. Podía haberse
aguantado un poco más y parirme el veinticinco, así por lo menos habría tenido
algo interesante que contar. Porque interesante, lo que se dice interesante,
poco te voy a contar yo. (Bebe otra vez.)
Pero nada, el veinticuatro. Ah, y a esto que estoy saliendo por su santo coño (remítase
a explicación anterior) piernas primero, como no podía ser de otra forma,
porque los médicos estaban comiendo polvorones a dos manos, y le viene la
inspiración de ponerme Jesús. Me cago en la hostia, que la zorra me puso Jesús.
Y manda cojones que tuvo que inspirarse precisamente en ese momento. Que mi madre
es una mujer de provincias, más simple que el mecanismo de un chupe, de las de la
“o” con un canuto y gracias. Ahora, eso sí, otra cosa no, pero mala leche… (Niega la cabeza con desaprobación, cada vez
más cabreado.) Si aquí estoy, en Navidad, vestido como el puto Samuel Byck
de Assassins, en plena huelga de
basuras de Madrid, con una bolsa de deporte que probablemente tenga una cabeza
dentro, y con una litrona que seguramente no tendrá nada más que agua. ¿Crisis
creativa? Que me coma la polla la crisis creativa. (Tras darle un último sorbo, tira la litrona a un rincón, que se hace
añicos, y luego la bolsa al suelo. Al público.) En fin, que sí, que la
Navidad me encanta, que cada año me pongo esta mierda de traje y salgo a cantar
villancicos y a hacer mi buena obra, que intuyo que tendrá mucho que ver con la
cabeza que hay metida en la bolsa. Y todo porque la madre que me parió me puso
Jesús pero me parió un día antes de tiempo mientras sonaba el puto Ol ai güan
for crismas is yu. Traumas, traumas, bla, bla, bla, se acaba el papel. Me voy
a esconder la cabeza, no sea que esas sirenas sean la policía, aunque vete tú a
saber. (Coge la bolsa, se la echa al
hombro y se dirige a la salida. Mientras camina, grita al cielo.) ¡Me voy,
madre! ¡No sé qué has pretendido hacer aquí, pero te has lucido! ¡Dile a Don
Carlos que se ponga a régimen, que está muy gordo ya! (De repente, se detiene y se dirige al público con una sonrisa
grotesca.) Feliz Navidad. (Se aleja,
desafinando de nuevo.) Veeeeeinticinco de diciembre, fun, fun, fun.
Empieza a nevar. Las paredes del
callejón se abren épicamente mientras la silueta de Jesús se recorta en un horizonte de
basura.
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